miércoles, 20 de junio de 2012

Quien sólo piensa en sí mismo arruina sus propias oportunidades de real prosperidad

El egoísta que quiere bienestar para sí sin compromiso con la felicidad de todos, hace una apuesta que sólo puede darle amarguras a él y a sus hijos. Porque, querámoslo o no, la naturaleza ha vinculado cada uno de los seres humanos con los demás de su especie. Esto es verdad tratándose de la pareja, de la familia, de la pequeña comunidad, de las grandes ciudades, de cada país en todas las latitudes del planeta y de la humanidad en su conjunto. El individuo tiene un valor inestimable que no puede convertirse en realidad contante y sonante sino en la hermandad con los demás individuos.

Nos necesitamos unos a otros para proveernos de alimento, de civilización, de conocimiento, de educación y de crecimiento personal. Las naciones no pueden ser autosuficientes para satisfacer todas sus necesidades, alcanzar la prosperidad y vivir en paz. Una visión global de la realidad, de las necesidades presentes y del futuro, forzosamente tiene que discutirse entre todas, a fin de encontrar oportunamente las soluciones para que los problemas del deterioro ambiental, del hambre, de la salud, del choque de culturas, de la economía y del progreso compartido sean superados de manera perdurable, sin anular necesariamente la territorialidad y la personalidad nacionales.

Refiriendo el tema al del desarrollo democrático de cada país, el logro de las metas comunes está condicionado al estado de la educación, lo cual significa, ante todo, el establecimiento de un código de valores comunes que sea respetado y al desarrollo de la capacidad de aplicar la conciencia al análisis de la realidad y de la definición las soluciones de los problemas de cada esfera de globalización, actividades que producen, en principio, la reconstrucción de lo que dado en llemarse tejido social saludable, indispensable para una convivencia democrática.

Por ello en período de elecciones, en un pueblo como el nuestro, sometido por generaciones al autoritarismo, a la manipulación, a la corrupción y a la impunidad, sobre plataformas políticas de escasa planeación, es preciso que los ciudadanos decidan y ejerzan el voto después de informarse suficientemente del alcance las propuestas de los partidos y de la calidad moral y de la capacidad de liderazo de quienes se han propuesto como candidatos. Debiera mirarse como traición a la patria buscar ante todo el beneficio personal económico de privilegio, prestando nula o insuficiente atención a lo que la patria de todos los mexicanos necesita para superar sus dificultades y ocupar en el mundo el importante papel que le corresponde. El convenenciero irresponsable pagará a la larga el precio de su atropello al bien común.

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